dimecres, 3 de setembre del 2014

tercera estrella a la derecha

Sus pies descalzos colgaban suspendidos en  el aire, balanzeandose. No, no se trataba de un suicidio. Ella se sentía muerta hacía tiempo. Simplemente, era el mejor momento de sus días. Ese momento en el que se sentaba en el alzéifar de su ventana, cigarro en mano, preguntas en mente. Contemplaba las estrellas,  pensando en él mientras contemplaba una en particular. Alguien un día le dijo que las constelaciones cambiaban de coordenadas dependiendo de la estación del año, pero ella decidió hacer oídos sordos. Y cada noche, tercera estrella a la derecha, se preguntaba si él se fijaba en esa, y si en algún momento pensaría en ella.

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