dijous, 18 de desembre del 2014

...eras primavera

Te introducías sin avisar en mis versos más sinceros, intrusa. Tenías el don de aparecer en el momento más inoportunamente oportuno. Y es que cualquiera en su sano juicio enloquecería por hacerte aparecer en su vida (y yo esperaba que permanecieras en la mía solo un poco más). Persigo ese movimiento de  caderas, que marea y a la vez exaspera. Eras primavera en el calendario de mi  puerta, esa brisa que abanica y eriza hasta el vello más corto. ¡Siento todas estas metáforas!, recuerdo que te encantaban... ¿Recuerdas tu aquel vals? Ganámos el primer premio esa noche. ¡Y qué bonitas e infinitas tus piernas entre el vuelo de ese vestido!
Las que sí deben recordarte son mis sábanas, aún me empapa ese aroma a Nº 5 cuando me arropo. Prometí comprarte todos los frascos que te hiciesen falta. Aunque quizás, solo me hacían falta a mi. Y es que, aún me aferro  al  frasco que dejaste en casa. Y es lo único que me queda: perfume, un trofeo de una noche inolvidable, y ese calendario el cual (obviamente) incluye marzo. Y ya sabes, primavera.